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La apuesta de la Real Sociedad por el rombo no fue algo puntual. Aquella solución de emergencia que ideó Imanol la pasada campaña tras la lesión de Oyarzabal es con la que más cómodo se está sintiendo la Real en esta pretemporada, hasta el punto de que los cuatro goles anotados los ha conseguido con este dibujo. Cada vez parece más evidente que en Cádiz arrancará la Liga jugando con cuatro centrocampistas.
En los dos últimos meses del curso anterior certificó el billete europeo con este sistema que le permitió tener más control del juego al disponer de un hombre más en la zona ancha y generar incertidumbre arriba con la mayor movilidad de los delanteros para ocupar todo el frente de ataque respecto a la disposición siempre más previsible de dos extremos y un delantero centro.
En estas semanas el técnico ha dado continuidad a esta idea, alternándola con el 1-4-3-3 clásico de las últimas temporadas, y aunque aún es pronto para extraer conclusiones, a la Real se le ve más equilibrada jugando con esta disposición que se ve favorecida por varias circunstancias.
Centrocampistas de calidad. La confección de la plantillla, con muchos jugadores de clase y talento en la medular, aconseja jugar con cuatro centrocampistas, al menos para que entre un futbolista más con esa disposición. Ahora mismo, la plantilla cuenta en esa línea con Zubimendi, Merino, Illarramendi, Guevara, Turrientes, Brais y Silva, sin contar a Olasagasti y Urko, a los que se quiere hacer un hueco en el primer equipo o, cuando menos, tenerlos cerca dadas sus excelentes condiciones y el futuro que proyectan.
Es cierto que la temporada es larga y hay partidos para todos entre lesiones y sanciones, pero de entrada nueve centrocampistas se antojan demasiados para un sistema de 1-4-3-3. Porque Zubimendi, Merino, Brais y Silva estarán entre los mejores hombres del plantel y ya, de principio, uno se quedaría fuera.
Algo así ocurrió con la llegada de Rafinha en enero, que era alternativa a Merino o Silva en las dos alturas más avanzadas del centro del campo pero no pudieron jugar juntos hasta que Imanol cambió el dibujo para manejarse con cuatro piezas ahí y disponerlas en rombo. Cuando Zubimendi, Merino, Rafinha y Silva coincidieron sobre el terreno de juego la Real mejoró mucho sus prestaciones, a pesar de que faltaban por pulir detalles del dibujo al tenerlo menos interiorizado que el 1-4-3-3.
Ausencia de extremos puros. La renovación emprendida este verano ha traído consigo la desaparición de dos futbolistas acostumbrados a actuar por fuera como Portu y Januzaj. El primero era utilizado para atacar la espalda de la defensa contraria sin balón a campo abierto y el segundo, para atraer rivales con la pelota y combatir repliegues intensivos cuando los espacios escaseaban.
Cho y Kubo vienen para sustituirles, aunque de entrada se advierte que son más polivalentes. Portu jugó casi siempre de extremo derecho y Januzaj, pegado a la banda para arrancar hacia adentro desde una posición inicial exterior. Cuando Imanol quiso probar al belga de mediapunta este no terminó de dar el salto por la disciplina táctica y el rigor defensivo que se le demandaba.
Ahora en cambio parece que Kubo puede desenvolverse de maravilla también como enganche, siendo alternativa para sustituir a Silva cuando sea necesario, y Cho está siendo utilizado como delantero en ese 1-4-4-2, una polivalencia que evita que haya jugadores que se excluyan entre sí en el momento de confeccionar la alineación. Esa disyuntiva entre Silva o Rafinha, Isak o Sorloth, parece que ahora no va a existir de una forma tan acentuada.
Además, y de cara a las primeras semanas de competición, hay que tener en cuenta que en la izquierda no está Oyarzabal y que Barrenetxea está dando sus primeros pasos en la vuelta a la competición con los primeros minutos que disputó en Bournemouth. Estas circunstancias que afectan a las dos bandas hacen pensar que se dejará esa zona para que sea ocupada por los delanteros en sus caídas, casos de Isak, Carlos Fernández o Cho.
Protagonismo para el enganche. Una de las particularidades del 1-4-4-2 en rombo es que el mediapunta dispone de más terreno para actuar, al tener mayor movilidad los dos atacantes para ir hacia zonas exteriores y una posición de partida menos fija que un ariete de referencia. Eso hace que sea más sencillo de conectar con el enganche desde zona de iniciación y creación y que pueda maniobrar para imprimir una marcha más a la fase ofensiva.
La Real más brillante de Imanol se vio con Odegaard en la 19/20 y en el primer año de Silva en la 20/21 hasta que se lesionó en Cádiz, cuando el mediapunta tenía mucho protagonismo en el juego. Ahora Imanol quiere recuperarlo y es el arma que está utilizando para aportar profundidad en campo contrario y batir las líneas contrarias. La pasada semana vimos dos ejemplos fehacientes en el gol conseguido ante Osasuna y el primero anotado en Bournemouth. Fueron prácticamente calcados en su origen, aunque se desarrollaron por bandas distintas.
En ambos la clave fue encontrar libre al mediapunta, que era Brais, en zona avanzada. El gallego, un artista a la hora de girarse y perfilarse para atacar, metió dos balones en profundidad que fueron una maravilla. En Zubieta lo hizo para el desmarque de ruptura de Robert Navarro, que jugaba de interior izquierdo y llegó desde atrás para sorprender a la defensa rojilla. En Inglaterra fue el delantero Carlos Fernández el que se abrió para ganar amplitud y rompió para alcanzar línea de fondo. Después quedó dar el último pase y aprovechar la llegada del rematador, casos del canterano Jorge Aguirre y Mikel Merino.
Si la pasada temporada los movimientos en área fueron muy mejorables, en esas dos acciones se vio que Imanol quiere tomarse en serio ese aspecto del juego porque ambos llegaron de atrás hacia adelante para crearse espacio y tener ventaja con el rival en el remate.
Delanteros combinativos. El perfil de los delanteros blanquiazules también favorecen su utilización con este dibujo, ya que Isak y Carlos Fernández escapan del cliché del nueve de referencia y son puntas combinativos y con movilidad más acorde a lo que demanda el fútbol moderno. Eso puede suponer contar con una menor presencia en área pero a costa de generar superioridades en otras zonas del campo en las que se desequilibra la jugada.
Karrikaburu sería el ariete más clásico, por lo que Imanol tendría hombres de distintas características para emplear en diferentes guiones de partido. Falta por saber si apostará por un chaval que cumple 20 años dentro de un mes y que lo está haciendo bien, o si le ve demasiado verde para darle la responsabilidad de tener peso en la plantilla.
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