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Nunca se ha visto que un central debutante marque dos goles desde su campo en 12 partidos. El de Ondarroa silenció el Villamarín con un gol que fue celebrado como pocas veces por la afición realista
28 de noviembre de 2011
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Exhultante. El gesto de Iñigo en la celebración del gol ilustra la importancia que tiene este tanto para la Real. :: MORENATTI
MIGUEL GONZÁLEZ | .-

Definitivamente lo de Iñigo Martínez no es normal. Que un futbolista de 20 años debute en Primera en la jornada inaugural y juegue todos los minutos hasta ahora -salvo los obligados por la sanción tras la expulsión de Vallecas- es digno de mención. Que encima lo haya hecho en una posición tan comprometida como la de central, donde cualquier mínimo despiste se paga caro, es para tenerlo en cuenta. Si, además, nos dicen que se ha enfrentado con solvencia a los dos mejores futbolistas del panorama mundial como Messi y Cristiano Ronaldo, es para creer que el chico promete. Pero es que también lleva tres goles anotados en 12 jornadas, dos de ellos... ¡desde su propio campo! Lo nunca visto. Y es que Iñigo va quemando etapas a un ritmo vertiginoso.

Hasta el propio Xabi Alonso vuelve a rendirse ante el golazo del ondarrutarra y escribe en su cuenta de twitter un significativo: «Iñigo Martínez, eres mi ídolo. Increíble». Anteriormente, cuando marcó en el derbi frente al Athletic, colgó lo siguiente: «El mejor gol de la historia de Anoeta. Golpeo perfecto». Unos días después, antes de venir con el Real Madrid a Donostia, relataba a este servidor su admiración por aquel tanto. «Es que yo nunca he conseguido darle tan bien al balón como él. Y mira que lo he intentado veces... Es el golpeo perfecto. Apenas toma altura el balón, pero sale fuerte y supera al portero», vino a decir. Ahora es normal que se haya rendido ante la última demostración del central blanquiazul.

Y es que ya no se trata de que sus golpeos sean técnicamente perfectos, que lo son, sino del momento que escoge para intentarlo. ¡En el descuento de un partido en el que la Real se juega la vida y después de que el cuadro local haya equilibrado un 0-2 adverso! No es de extrañar que el campo registrase un silencio absoluto, más sepulcral que nunca. Es más, dio la sensación de que el árbitro había parado el juego, porque no se oía un alma. Sólo la explosión de júbilo de un puñado de realistas que se adelantaron en un par de segundos a la que registró toda la familia realista a través de la televisión. Y es que este equipo es capaz de ofrecer su mejor versión y su peor con unos pocos minutos de diferencia. Menos mal que estaba allí Iñigo para arreglar el desaguisado.

¿Y si le llama Del Bosque?

Lo cierto es que sus actuaciones le han colocado en el escaparate que miran los grandes clubes para aprovisionarse de nuevos jugadores en los que invertir su dinero. En verano pasado fue el Real Madrid el que llegó a ofrecer cinco millones de euros por él sin haber debutado aún en Primera. Posteriormente un emisario del Valencia se acercó a hacerle un seguimiento cuando la Real jugó allí ante el Levante. Me imagino que daría buenos informes, porque marcó un gol desde fuera del área y estrelló un remate en la madera. Ahora ya hay quien le coloca en las quinielas para acudir a la Eurocopa del próximo verano. Palabras mayores que no descentrarán a un chaval que tiene los pies en el suelo y que sabe lo que se trae entre manos.

Recuerdo que después del empate ante el Barcelona le pregunté a qué jugador azulgrana le había pedido la camiseta. «A nadie, ¿qué son, más que nosotros?», me respondió dejándome descolocado. Ese carácter y esa personalidad formada en el campo de arena de Zaldupe son las que generan un poder de atracción tan fuerte sobre la gente.

Y puedo dar buena fe de ello. Porque si está siendo capaz de convertir a su familia y a algunos de sus amigos al realismo, ¿qué no podrá hacer? Les confesaré una anécdota. Mi cuñada es de Ondarroa y del Athletic -¿qué cosas tiene esta vida, verdad?-. Y ayer estaba encantada, feliz con el golazo de su paisano. Ahora quiere que le pida un autógrafo y todo... Le aposté en septiembre, cuando me preguntó por él, que muy pronto le vería en la selección y como ella no le conocía, pensaba que le estaba vacilando. Ahora tiene claro que iba en serio.

En lo que al partido respecta, Iñigo pareció encontrarse más a gusto en la línea defensiva formada por cuatro jugadores que en la de cinco tras la entrada de Demidov. Y es que, a veces, la acumulación de defensores tiende a crear desconcierto entre estos mismos, que suelen confundir los límites de su zona y quién debe perseguir a los rivales que entran en ella. ¿Qué decir de la responsabilidad al tirar la línea del fuera de juego? Ésta ya no se reparte entre cuatro, sino entre cinco futbolistas y la coordinación se hace más complicada. Los dos tantos del Betis son casi calcados. Despeje de la zaga realista, balón que cae en las botas béticas ante su superioridad numérica en la zona ancha y gol de Pereira en los morros de Bravo. Demidov, en la primera ocasión, y Griezmann, en la segunda, se encargan de romper el fuera de juego. Menos mal que Iñigo guardaba lo mejor de su repertorio para los minutos de prolongación. Y es que visto su gol, sólo queda preguntarse: ¿de qué planeta viniste?

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