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Todos contentos. Como se suele decir. Tanto la afición de la Real como la del Osasuna se marchó animada después del partido de ayer. Unos por la victoria que les afianza en Champions y otros porque de aquí a una semana tienen una final de Copa, ni más ni menos.
No fue seguramente la previa más esperada por los aficionados de uno y otro equipo, que tuvieron que adaptarse al día y al horario y ello evitó la gran fiesta previa de los derbis en la Parte Vieja. Para muestra, un botón. En la Estafeta y en la plaza del Castillo apenas se dejaron ver un goteo de aficionados rojillos y txuri-urdines. En los aledaños del campo, sí hubo algo más –especialmente en los bares ubicados en los córners–, pero muchos, especialmente procedentes de Gipuzkoa, apuraron hasta última hora por puro motivo laboral.
Solo los más privilegiados pudieron disfrutar de las horas previas. Pero solo un poco, porque como aseguraba Aitor Peña junto a su amigo Jesús Huerta, uno de San Sebastián y otro de Lasarte, «acabamos de venir», comentaban con bocata en mano. Pasaban las 19.00 horas... por hacerse una idea del contexto.
Otros como Irai, Alain y Fernando Calvo, además de Amets, Eduardo Barroso y Udai Loinaz, llegaban en cuadrilla desde Villabona y Zizurkil. «Esta vez hemos hecho cambio de planes. Poteo en el campo y para dentro», coincidían con la elástica txuri-urdin. Habían sido seis de los poco más de seiscientos agraciados. Sonreían y no era para menos. Cerca de tres mil realistas no habían tenido tanta suerte en el sorteo.
Para instantáneas, las que ofrecieron el txuri-urdin de Mondragón Egoitz Uribarri y el pamplonés Ernesto Milagros Pérez, además de los errenteriarras Juan Cruz Oyarzabal y Josu Etxeberria junto al osasunista Mikel Goñi. «Que gane la Real hoy –por ayer– y el sábado que viene Osasuna la Copa. ¿Lo firmamos?». Lo firmaron.
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