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Real Sociedad: final de ensueño para un arranque dubitativo

Buena racha. Tras perder en Bilbao, la Real engancha una buena racha que le lleva a pelear por ser cuarto.
Buena racha. Tras perder en Bilbao, la Real engancha una buena racha que le lleva a pelear por ser cuarto.
  • La Real Sociedad cierra un curso con números de Champions, su su récord de triunfos fuera y un fútbol atractivo

Se dice que lo que mal empieza, mal acaba, pero no ha sido este el caso de la Real de la presente temporada. Arrancó el campeonato con dudas y un calendario adverso que le dificultó sumar con regularidad en las primeras jornadas, y lo finalizó con un gol de ensueño de Juanmi en el último suspiro que ni el mejor guion podría haber recogido. La siguiente ha sido la aventura liguera de un conjunto por el que nadie daba un duro en agosto y que, nueve meses después, se ha erigido en una de las revelaciones del torneo.

Para entender mejor el mérito que tiene lo que ha logrado hay antes que aportar dos datos. El primero, es que ocupa la undécima posición por su capacidad para generar ingresos en este ejercicio 16/17 con 76 millones, por detrás Barcelona (688), Real Madrid (675), Atlético (266), Sevilla (147), Valencia (127), Athletic (113), Villarreal (103), Málaga (79), Espanyol (78) y Celta (77), y ha acabado sexto. El segundo es que es el equipo que ha jugado con más futbolistas de su cantera. En Balaídos lo hizo de inicio con ocho, más Rulli, Vela y Willian José.

Un verano tranquilo. La Real no solo ha tenido que hacer frente a cuestiones futbolísticas en esta campaña, sino también vencer a sus propios miedos, aquellos que arrastraba desde aquella trágica eliminación europea de Krasnodar en agosto de 2014. Aquello rompió una línea ascendente en lo deportivo y sumió al equipo en una depresión de la que no se recuperó hasta la llegada de Eusebio en noviembre de 2015.

Con el vallisoletano se enderezó el rumbo en la pasada temporada, porque llegó cuando la Real tenía los mismos puntos que el descenso y la dejó al final empatada con el octavo en la primera mitad de la tabla. Pero lo más destacado fue que en las 27 jornadas que la dirigió solo el Real Madrid, Atlético, Barcelona, Athletic y Villarreal sumaron más puntos y que en esos meses ganó en las salidas a Cornellá, Bilbao, Pizjuán y Mestalla cuando en toda la 14/15 solo lo había hecho en dos ocasiones. Se veía que algo estaba cambiando, sin embargo hacía falta confirmarlo en un ejercicio completo.

En verano el club no se volvió loco, en parte por la confianza que tenía el técnico y la dirección deportiva en la plantilla. Así que cambió a Willian José por Jonathas, trajo a Juanmi para cubrirse las espaldas ante la lesión de Agirretxe, sacó a De la Bella para apostar por Yuri y no retuvo a Reyes porque confiaba en Navas. No hubo más. Con menos movimientos que nunca en el mercado, sacó el máximo rendimiento.

Problemas para generar en ataque. Sin embargo, costó que el coche arrancara. En pretemporada Eusebio trabajó duro para que sus hombres comprendieran la forma de juego que pretendía para ellos. Contaba con la ventaja de que ya le conocían del año anterior, pero entonces tuvo que ser más pragmático y adaptarse a las circunstancias, y ahora quería implantar ya su propio estilo. Eso exigía un tiempo para que la plantilla asimilara y automatizara sus intenciones.

Ese trabajo de fondo tuvo que hacerlo mientras el club iba completando el plantel. Hasta finales de julio no consiguió traspasar a Jonathas, paso necesario para traer a Willian José. Este no llegó en forma porque llevaba dos meses sin equipo desde que se acabara su contrato con el Las Palmas y tuvo que acortar los plazos para afinar su puesta a punto. Su debut como titular no llegó hasta la tercera jornada.

Al mismo tiempo, Vela trabajaba para poner a punto su tocada rodilla izquierda. En verano se había sometido a un tratamiento conservador para paliar las molestias generadas por una rotura parcial de su menisco externo y se perdió gran parte de los amistosos de preparación. Agirretxe estaba parado y Canales, recuperándose de una rotura del cruzado. Así las cosas, Eusebio tiró como referentes ofensivos para sus primeros ensayos con un Juanmi recién aterrizado y un Oyarzabal que venía enchufado de la temporada anterior. La delantera que abrió la Liga ante el Real Madrid estuvo formada por Oyarzabal, Juanmi y Concha, muy alejada de la que han terminado formando Vela, Willian José y Oyarzabal.

En la cuarta jornada la Real tenía solo cuatro puntos, pero porque había perdido contra dos de los cuatro primeros de la temporada anterior, el Real Madrid y el Villarreal, y porque no había podido ganar en Anoeta a un Espanyol que, no hay que olvidar, ha acabado octavo. Para entonces, con el recuerdo de los dos años difíciles anteriores aún frescos en el ambiente, ya se afilaban los primeros cuchillos. Ahí vino la famosa rueda de prensa de Mikel González en Zubieta en la que señaló que no quería intoxicarse con tanta negatividad y que veía más cosas positivas que negativas.

La derrota en Bilbao da alas. En la quinta jornada la Real se dio un chute de confianza tras golear (4-1) en Anoeta al Las Palmas, la revelación del arranque de Liga. Después, una temprana y rigurosa expulsión de Aritz en Ipurua impidió testar si aquello había sido flor de un día o si tenía visos de continuidad, y para colmo de males dos semanas después perdía el derbi de San Mamés. Menos mal que había ganado al Betis por la mínima entre ambos desplazamientos y eso le permitía estar en la zona media de la tabla con tres puntos respecto al descenso.

Pero la derrota en Bilbao lo cambió todo. La Real se había mostrado atrevida y valiente en su puesta en escena pero cometió varios errores graves atrás que le condenaron. Eusebio reunió a sus jugadores y les dijo que no era el momento de dudar. Que debían ahondar en la misma propuesta, aunque a partir de ese día empezaron a utilizar más la salida en largo con Willian José cuando el rival les impedía hacerlo en corto por una presión adelantada.

Para entonces Navas se había asentado en el eje de la defensa junto a Iñigo, Carlos Martínez volvía a ser el de unos años atrás, Illarramendi y Zurutuza se entendían a las mil maravillas en el centro del campo y Xabi Prieto tiraba de galones en el enganche con su elixir de la eterna juventud. Arriba Vela parecía recuperado, Willian José estaba cada día mejor y Oyarzabal se vaciaba físicamente para que un equipo con tres centrocampistas y tres delanteros no se partiese sobre el campo.

Y así, de repente, la cosa empezó a funcionar. Desde ese 16 de octubre en Bilbao hasta Navidad la Real fue el mejor equipo del campeonato con 19 puntos, los mismos que el Real Madrid y uno más que el Barcelona. Dio sendos recitales ante el Atlético y Barça en casa y fuera empezó a coleccionar victorias en Leganés, Gijón y Granada. A final de año estaba empatada con el cuarto, el Villarreal, y un punto por delante del Atlético. Los negros nubarrones de dos meses atrás habían dado paso a un cielo azul y despejado.

Frenazo con las lesiones. El mes de enero resultó más complicado que nunca, ya que tuvo que alternar la Liga con dos eliminatorias durísimas de Copa ante Villarreal y Barcelona. Además, en la competición doméstica se midió a un Sevilla embalado y visitó el Santiago Bernabéu. Con todo, no salió mal parada de este tramo de partidos, ya que hasta la visita a Cornellá del 10 de febrero la Real ganó cuatro partidos en el nuevo año -Málaga, Celta, Osasuna y Espanyol- y solo perdió ante Sevilla y Real Madrid, que entonces ocupaban dos de las tres primeras plazas de la clasificación.

Pero el esfuerzo físico realizado comenzó a pasar factura. En diciembre Carlos Martínez se había roto el cruzado en Granada y en Cornellá Willian José sufrió una rotura de fibras en el muslo que le tuvo ocho partidos parado. Además, Illarramendi y Zurutuza empiezan a estar tiesos y caen lesionados en marzo, con lo que la Real pierde fuelle. La aparición de Odriozola y el olfato goleador de Juanmi le mantienen con vida fuera de casa para ganar al Las Palmas y al Betis, pero en Anoeta solo puede sumar dos puntos de doce contra Villarreal (0-1), Eibar (2-2), Athletic (0-2) y Leganés (1-1). La ventaja que tenía en la clasificación se había esfumado, el Atlético había metido la quinta para ir a la Champions y para comienzos de abril ya era consciente de que tendría que apretar los dientes para llegar incluso a Europa. El Villarreal y el Athletic, una vez que habían caído eliminados de la Europa League, iban como un cohete.

Un último golpe de riñón definitivo. Tras la derrota en el Vicente Calderón quedaban ocho jornadas en apenas mes y medio que serían definitivas. Eusebio recuperó a Illarramendi y Zurutuza y Willian José, aunque aún algo reenqueante, pudo jugar algunos partidos para dejar unos destellos de calidad que han terminado siendo definitivos. Abrió el camino de la victoria (3-1) ante el Sporting, marcó el cabezazo que dio los tres puntos contra el Deportivo y no falló desde los once metros en Mestalla (2-3) para batir al mejor portero en los penaltis de la historia de la Liga, su compatriota Diego Alves. El caso es que cuando todos daban por muerta a la Real, esta se rehizo para poner el broche final a una gran temporada al sumar quince de los últimos 24 puntos, solo superada en este parcial de campeonato por los tres grandes, el Villarreal y el Málaga, y regresar por la puerta grande a Europa tres años después.

Detrás quedaba un registro de 64 puntos, su tercera mejor marca desde que en 1995 las victorias valen tres puntos en la Liga; nueve victorias a domicilio, el récord compartido con los equipos de Toshack y Denoueix que fueron subcampeones en 1988 y 2003; el honor de haber realizado el mejor fútbol del campeonato entre octubre y diciembre; y el orgullo de ver competir en Primera División a chavales como Oyarzabal, Odriozola, Bautista, Guridi, Zubeldia o Kevin, que son el futuro del club. Mucho más no se puede pedir.

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