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Gajate: «La Real tiene una ocasión de oro»

Agustín Gajate posa en una de las porterías del campo Z4 de Zubieta.
Agustín Gajate posa en una de las porterías del campo Z4 de Zubieta. / MIKEL FRAILE
  • Participó en las tres únicas victorias que ha sumado la Real en 69 partidos en el Camp Nou

  • La Real realizará hoy el último entrenamiento previo a la visita de mañana (20.45 horas, Partidazo) al Barcelona

El repaso a la historia de la Real no resulta alentador cuando observamos los enfrentamientos en el campo del Fútbol Club Barcelona a lo largo de un siglo de competición entre dos de los clubes con más solera de nuestra Liga. El Camp Nou es el campo que peor se le da a la Real de todos los de Primera. Ha jugado en 69 ocasiones, con un saldo de 59 derrotas, siete empates y sólo tres victorias, y ha recibido 180 goles, lo que supone 2,6 por partido, frente a los 38 a favor. Sólo en cuatro mantuvo la puerta imbatida (67/68, 68/69, 79/80 y 83/84), las dos últimas con el gran Arconada bajo los palos, y curiosamente en ninguno logró vencer. La Real ha sumado más puntos en el campo del Real Madrid, Valencia, Sevilla o Atlético de Madrid, pero el Camp Nou ha sido a menudo un calvario para los nuestros. Peor aún le fue en el campo de Les Corts donde jugó el Barcelona entre 1922 y 1957 y donde los realistas no lograron sumar ni un solo punto en sus 18 enfrentamientos ligueros en aquel histórico estadio.

La parte positiva de la historia hay que buscarla en que a pesar de la colección incesante de estrellas que han vestido la camiseta azulgrana, la Real ha conseguido batir en su propio campo a tres de los mejores proyectos de cuantos han vestido los colores del histórico club catalán. Y en esas tres victorias participó Agustín Gajate (San Sebastián, 1959), el séptimo jugador de la Real con más partidos jugados (469). Hoy es ayudante del entrenador en el equipo Infantil Txiki de la Real. «Hay que ser ambiciosos, pensar que se puede sumar para seguir en la carrera por jugar en Europa. No podemos bajar los brazos antes de tiempo».

La primera, al año de su debut

El primer triunfo llegó el 20 de mayo de 1979. Se estaba forjando la mejor Real de la historia y la racha de imbatibilidad más larga de la historia de la Liga se había iniciado el 29 de abril, tres semanas antes, con un triunfo sobre el Valencia en Atocha por 1-0 tras una mínima derrota en Santander. «Debuté en la temporada 77/78 -recuerda Gajate-, así que era un chaval de 19 años cuando jugué por primera vez en el Camp Nou. Desde ese día siempre digo que es el estadio que más me ha impresionado en toda mi carrera como jugador. Eran las mejores instalaciones que había en esa época en España. Te sientes pequeño al verte entre tantísima gente en la grada. El himno del Barcelona, el ambiente que se vive en ese campo, hacían de esa visita algo especial».

Durante un año entero estuvo sin perder aquella Real dirigida por Alberto Ormaetxea. Fueron 38 partidos en total, hasta que el 11 de mayo de 1980 perdió un partido y una Liga en Sevilla cuando lo más difícil parecía que ya estaba hecho. Pero si la Real se estaba haciendo grande, ya lo era aquel Barcelona de Artola, Rexach, Asensi, Krankl y el Lobo Carrasco. Cuatro días antes de aquel partido en el Camp Nou, el Barcelona se había coronado campeón de la Recopa europea tras batir por 4-3 al Fortuna de Dusseldorf en la histórica final de Basilea. «El Barcelona tenía un equipazo, como casi siempre, con un fenómeno como Neeskens, pero nosotros teníamos confianza en poder puntuar pese a que los precedentes eran malos. Y es que nunca puedes salir derrotado a un campo como ese, es la única forma de rascar algo. Una cosa es la teoría, la que dice que el Barcelona tiene todos los boletos para ganar al 95% de los equipos que visitan su terreno, pero los partidos hay que jugarlos».

Los campeones fueron superados con claridad, a pesar de que Martínez adelantó de entrada al once culé, lo que prolongó los festejos de días anteriores por el título que acababan de conseguir. Fue Satrústegui el encargado de igualar el marcador al comienzo de la segunda mitad y a partir de ese momento sólo hubo un equipo sobre el césped, la Real.

Idigoras puso por delante al once guipuzcoano unos minutos después y Zamora amarró la remontada con un tercer gol cuando todavía quedaba partido por delante. Para la Real fueron los primeros puntos obtenidos en el feudo del Barça si exceptuamos los dos empates sin goles en las primeras temporadas tras el ascenso de Puertollano. Los jugadores realistas celebraron un éxito, que anunciaba los que todavía estaban por llegar.

La década prodigiosa

Los años ochenta del siglo pasado fueron rebautizados como la década prodigiosa de la Real. Tanto es así que hasta el campo del coloso azulgrana resultó medianamente vulnerable por primera vez en su historia. En trece años, los realistas sumaron sus tres victorias y cinco de sus siete empates. También perdieron cinco partidos, pero qué es eso comparado con las cifras del resto de nuestra vida en común.

Aquellos trece años pasaron y desde entonces la Real ha tenido una única alegría en las dieciocho ocasiones en las que ha visitado el Camp Nou. Un empate en 1995 gracias a un remate de Imaz en el último minuto es el único oasis en un desierto en el que se amontonan diecisiete derrotas. Álvaro Odriozola y Mikel Oyarzabal ni habían nacido. Pero estamos recordando lo mejor de nuestra historia en ese campo maldito. Y el segundo día de gloria llegó en la primavera de 1986, concretamente el 29 de marzo, con la particularidad de que Gajate marcó el gol que dio la victoria a la Real. «Urruti era el portero y marqué en la recta final. Era el 3-1. Y menos mal porque en el minuto noventa marcó el Barcelona», recuerda Gajate.

John Benjamin Toshack trataba de alargar los mejores días de la Real, pero aquella temporada había empezado bajo los peores auspicios. Luis Arconada se había lesionado de gravedad en la primera jornada de competición y un joven Elduayen tuvo que asumir la responsabilidad de sustituir durante toda la temporada a uno de los mejores guardametas de la historia. A la Real le costó arrancar, «la llegada de Toshack trajo nuevas ideas y nuevas formas de trabajar», pero el equipo realizó una notable segunda vuelta tras encadenar cinco victorias consecutivas, incluido un 6-0 al Valencia. Bernd Schuster lideraba a un inmenso Barcelona en el que compartía alineación con Urrutikoetxea, Julio Alberto, Carrasco, Calderé, Esteban y Marcos Alonso. «Jugar en Camp Nou siempre era uno de los partidos marcados con una equis en el vestuario. Puntuar en las visitas a los campos del Barcelona, Real Madrid, Valencia o Athletic era una inyección moral importante como puede ser ahora para la Real en esta recta final de Liga».

Ese día John Toshack tiró de estrategia para limitar la capacidad creativa del Barcelona. Górriz, Gajate y Larrañaga cerraron la cobertura realista. Celayeta y Luis Mari López Rekarte se hartaron de correr el campo. Uralde se pegó con toda la zaga blaugrana. López Ufarte puso el toque de distinción. Zubillaga y Musti Mujika se fajaron con los blaugranas y además jugó Zamora. «Era un momento, después de ser campeones, en la que necesitábamos un revulsivo y ese fue Toshack. Él tenía mucha fe en nosotros y cada vez que visitábamos un campo como el Camp Nou nos veíamos capaces de todo. Es lo que tiene que conseguir Eusebio. Las aguas bajas revueltas en Barcelona y la Real debe aprovecharlo. ¿Por qué no la cuarta victoria?», se pregunta.

El 10 de la Real cuajó una actuación memorable y adelantó en dos ocasiones a su equipo. Gajate sentenció en la recta final, en el minuto 87. «Aparecí como un extremo después de una formidable jugada de Txiki Begiristain para marcar a puerta vacía», rememora. Marcos Alonso se encargó de recortar en el descuento. El resultado de 2-3 fue corto a la vista de la exhibición realista. Schuster pasó desapercibido, pitado por sus aficionados, perdido en la tela de araña que la Real había preparado para frenarle. «Si la Real consigue hacer lo mismo con Busquets tendrá mucho ganado. Habrá que ver si Luis Enrique reserva a alguno de los cracks por aquello de tratar de remontar la eliminatoria de Champions», apunta Gajate.

Aquella victoria no sirvió para devolver a la Real a la competición europea, aunque faltó muy poco para encontrar el premio a una campaña que devolvió la ilusión a la afición guipuzcoana. Con motivo. El título copero de 1987 y el doble subcampeoanto de 1988 se empezaron a forjar en aquella campaña en la que tanto echamos de menos a Luis Miguel Arconada.

Cruyff, sorprendido

La Real consiguió en mayo de 1991 su última victoria en el Camp Nou. «Era mi penúltima temporada en la Real, jugué cerca de cuarenta partidos y si no recuerdo mal fue la última vez que jugué en Barcelona», apunta Gajate, con quince campañas en la Real a sus espaldas. Si entonces los realistas batieron al Dream Team de Johan Cruyff, los jugadores de hoy tienen algunas razones adicionales para soñar con una hazaña semejante. «Hemos pasado dos meses sin chispa, se ha perdido un poco el tren por las bajas que ha tenido el equipo, pero el resultado ante el Sporting y el regreso de la columna vertebral le va a venir bien. Tiene una ocasión de oro en Barcelona».

Aquel 18 de mayo, los azulgranas tenían poco que celebrar. Venían de perder la final de la Recopa con el Manchester United por 2-1. Tenían el título doméstico en la mano porque habían firmado hasta entonces la mejor Liga en un montón de años. Desde el Barça que lideraba Cruyff sobre el césped no se había vuelto a ver en Barcelona semejante espectáculo. Pero aquella tarde el espectáculo lo ofreció la Real, a pesar de que no llevaba una buena temporada.

Javier Expósito había sido llamado al rescate y de su mano había llegado ya un triunfo previo en el Bernabéu, pero meterle mano al Dream Team parecían palabras mayores. «El Barcelona no está bien, es evidente que viene patinando más de la cuenta, y la Real, con el partido encajado entre la eliminatoria contra la Juventus, puede aprovecharlo. En ese momento parecía una locura pensar en la posibilidad de ganar al Dream Team, pero lo conseguimos».

A la hora de la verdad, la Real se adueñó del terreno frente a los Zubizarreta, Koeman, Eusebio, Bakero, Laudrup, Begiristain o Julio Salinas. Los nuestros se hicieron fuerte con Górriz, Gajate y Larrañaga como cinturón de seguridad. Fuentes, Lumbreras, Carlos Martínez, Richardson y Uría recorrieron millas y millas para permitir que la conexión británica marcara la diferencia. Atkinson jugó su mejor partido de blanco y azul y Aldridge elevó la renta hasta el 0-3. Julio Salinas salvó el honor de los locales.

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