Esto no para. No hay tiempo para regocijarse por la victoria ante el Alavés y hay que poner todos los sentidos en el partido que la Real Sociedad jugará el viernes en Leganés. En juego, la posibilidad de ganar dos partidos seguidos, algo que la Real no ha logrado esta temporada, lo que le permitiría afianzarse en la parte alta de la tabla en la que está ahora. La Real se presentará en un campo, el de Butarque, en el que el Leganés todavía no sabe lo que es ganar después de cuatro partidos. La progresión en el juego que la Real viene mostrando en las últimas jornadas, con la salvedad del partido jugado en Ipurua, permite encarar esta salida con todas las garantías. La Real tiene la oportunidad de poner la base sobre la que crecer esta temporada. No ganar supondría encarar el partido ante el Atlético de Madrid en Anoeta otra vez con un ojo en la clasificación.
Mejor con y sin balón. El partido ante el Alavés no ha dado lugar a debate. La Real fue superior a su rival, cuajó uno de sus mejores actuaciones esta temporada -si no la mejor- y no dio ninguna opción al rival, más allá de la posibilidad de empate que tuvo el Alavés en la primera parte cuando Edgar se plantó solo ante Rulli en uno de los pocos desajustes defensivos. La Real ganó su tercer partido consecutivo en Anoeta (Las Palmas, Betis y Alavés) porque plasmó su superioridad técnica y porque fue mucho mejor con y sin balón. Nos fuimos de Anoeta con la sensación de que la Real no había necesitado apretar el acelerador y que simplemente su calidad técnica le había bastado para imponerse. Esa sensación estaba justificada porque la Real fue un equipo serio, que no concedió, que embotelló al Alavés desde el arranque y que marcó en los momentos claves de partido. Todo fueron parabienes. Ganó porque jugó mejor. Si además el equipo consigue dejar su portería a cero, todo marcha. La Real ha marcado ocho goles en los tres últimos partidos en Anoeta en los que ha encajado dos goles. Ni que decir tiene que recuperar la fortaleza como local es clave para tener una temporada tranquila.
Eusebio no duda. Se le podrá achacar a Eusebio que su mensaje en las ruedas de prensa no termina de calar, que le falta algo de punch para llegar al aficionado, pero de puertas hacia adentro el mensaje que envía con sus decisiones es contundente. A Eusebio no le condicionan las derrotas ni las críticas. Dijo a la conclusión del partido en San Mamés que estaba satisfecho con la personalidad demostrada por sus jugadores al mover el balón como lo habían hablado, aun con el marcador en contra y, lejos de introducir cambios ante el Alavés, dio confianza a los mismos jugadores de inicio: Rulli, Carlos Martínez, Navas, Iñigo, Yuri, Illarramendi, Prieto, Zurutuza, Vela, Willian José y Oyarzabal. Eusebio tiene claro lo que quiere, lo que busca, y no se dejó influenciar por el runrun que hubo la semana pasada. Cada vez es más evidente que si este bloque se estabiliza, más allá de cambios puntuales, puede ser el que recorra el largo camino que es la Liga. Tener motivados a los jugadores que no juegan (Pardo, Gaztañaga, Granero y Markel, entre otros) es hoy uno de los retos que tiene el entrenador.
El estilo, innegociable. El partido ante el Alavés confirmo si todavía había alguna duda que el estilo de la Real no cambia por una derrota. Eusebio, con las características de los jugadores que tiene, sigue creyendo que su equipo tiene calidad para sacar el balón jugado desde atrás sin pegar un pelotazo sea en Anoeta o a domicilio. La incógnita que nos queda es saber cómo va a responder cuando le presionen como ocurrió en Ipurua y San Mamés, saber qué soluciones va a encontrar para poder explotar en las dos líneas más avanzadas la calidad individual de buena parte de los futbolistas que tiene y que no ocurra como en Eibar y Bilbao donde los atacantes estuvieron desaparecidos.
Zurutuza, el termómetro. Rulli, Iñigo, Illarramendi, Oyarzabal, Willian José... Varios son los nombres que están en boca de los aficionados por el rendimiento que vienen dando esta temporada. El termómetro de esta Real era y sigue siendo Zurutuza, hoy a un nivel superlativo. Con el debarra en el campo todo es más fácil. Cubre una extensión de campo asombrosa, llega a todas las situaciones comprometidas, quita con naturalidad pasmosa y distribuye con una limpieza impecable. No hay más que tirar de hemeroteca para comprobar que el buen momento de Zurutuza ha coincidido con una Real solvente. Zurutuza puede robar el balón, sacar la jugada desde atrás, acompañar, plantarse en el balcón del área, recibir, atraer al centro a toda la zaga rival y en ese momento abrir a banda para que la jugada se convierta en letal. Zurutuza tiene 30 años y cumple su octava temporada en la Real desde que debutó en un partido contra el Huesca en Anoeta (2-0) en noviembre de 2008. El anuncio de su renovación no debería tardar. Las negociaciones entre el jugador y sus agentes y el club dejan entrever que el acuerdo puede ser cuestión de días.
Algo está cambiando en la Real. Son nueve jornadas las que se han jugado pero suficientes para comprobar que algo está cambiando. Partidos como este último del Alavés se perdían no hace tanto, se escurrían de las manos sin saber muy bien porqué. Hoy se ganan. La sensación de conjunto inestable, frágil, que puede conceder un gol de la nada, empieza a ser cosa del pasado. A la Real ya no le llegan tan fácil y rápido a su portería como antes y ha dejado de ser vulnerable en las zonas interiores, se ha hecho fuerte en este apartado. Si además sus delanteros aprovechan las oportunidades que tienen o son capaces de fabricárselas, como Willian José ante el Alavés, el horizonte de la Real aparece despejado.