Diario Vasco

EL REMATE

El mayor enemigo

La última OPA hostil del Athletic recuerda a la Real quién es su principal enemigo, deportivamente hablando, claro. Por cuarta vez en menos de un año su querido vecino ha intentado jugársela y, como en las anteriores, se ha ido con las manos vacías. El crecimiento deportivo txuri urdin en los últimos años ha saneado las arcas y mejorado los contratos de sus jugadores, a los que ya no seducen ofertas con un único trasfondo monetario que no lleven aparejadas una mejora deportiva. Ya saben lo de aquel hombre tan pobre que solo tenía dinero...

El verano pasado, cuando en Ibaigane se enteraron del acuerdo verbal al que habían llegado Real y Madrid por 17 millones para el regreso de Illarramendi, hicieron una última oferta superior que Florentino, fiel a la palabra que ya había dado, no quiso ni escuchar.

Con la temporada en curso el club de Bizkaia siguió de cerca -por decirlo sutilmente- las renovaciones de Iñigo y Yuri, aunque fuera para obligar a la Real a hacer un mayor esfuerzo económico para quedárselos. Fue su único consuelo cuando recibió calabazas. Terminado el curso también se interesó por la situación de Aritz Elustondo, al que veía como alternativa para reforzar la defensa en caso de salida de Laporte. Ahora llega lo de Oyarzabal.

El fútbol ha evolucionado mucho en los últimos años y al otro lado de la autopista aún no se han enterado de que el dinero por sí solo ya no sirve de mucho si no va acompañado de algo más. Por eso las salidas de Llorente, Javi Martínez y Herrera les sorprendieron tanto. ¿A alguien le extraña que un futbolista quiera jugar en un grande que aspire a títulos si tiene el talento para ello?

Aquí, es algo asumido. Que Xabi Alonso y Griezmann triunfen en el máximo nivel supone un orgullo y un espaldarazo al trabajo de formación. Sin olvidar, su rendimiento con la elástica blanquiazul. Con Oyarzabal ocurrirá lo mismo. Un día se irá a un grande y sus éxitos serán los nuestros. Entre tanto, la Real se blinda para defenderse de su mayor amenaza, la de un Athletic que respaldado por un gran campo levantado con dinero público y el apoyo de las instituciones y el mayor banco vasco sigue aquella filosofía de fichar al crack del vecino que instaurara Aurtenetxe en los noventa. Tres décadas después la vieja fórmula ya no sirve más que para quedar mal con los demás equipos vascos, algo que por otra parte nunca le ha importado.